Obra del legendario genio Leonardo Da Vinci
Sin duda alguna, una de las máximas figuras del Renacimiento fue Leonardo Da Vinci, quien se anticipó con muchas visiones no sólo a la pintura del Siglo XVI, sino a muchas disciplinas que vendrían después.
Además de artista fue científico y le interesaba la transformación del conocimiento, sobre todo de la naturaleza; tal vez por ello logró en su técnica reflejar lo que descubrió al analizar el comportamiento de la luz y sus visibles efectos sobre paisajes o figuras humanas. Se puede decir que Da Vinci fue el primer artista en fusionar paisaje con figura humana.
Aquellos fueron tiempos en que los artistas plásticos tuvieron una visión adaptada a reglas geométricas con perspectiva lineal, pero Leonardo también trascendió con la perspectiva aérea en sus pinturas, así como el efecto atmosférico: la profundidad.
Dentro de las creaciones de Leonardo, donde se reflejan espacios abiertos y naturales se pueden hasta percibir algunos elementos que, en realidad, no son palpables, tales como el aire, la humedad, el color y la luz. Ese efecto ilusorio, basado en la profundidad ambiental, fue una de las cosas por las que destacaron sus obras, gracias al uso de la luz y la sombra, así como el claroscuro en sus distintos niveles de gradación.
La finalidad de Leonardo Da Vinci era representar los ambientes puros y no artificiales donde pudiera representar la figura del ser humano. Se cree que encontraba la belleza en la difuminación de las sombras más que en la luz. La obscuridad, incluso siendo más que luz, daría más fuerza a esta. Aunque muchos pueden creer que sus obras son de carácter religioso, o al menos así parece en algunas de sus pinturas, en realidad no es así, ya que muchas creaciones fueron por encargo y otras no pretendían evangelizar sino expresar de forma artística lo sacro y lo profano en unidad.
La Gioconda o Mona Lisa, de Da Vinci
A pesar de que tiene muchas obras memorables como “La Virgen de las rocas” o “El hombre de Vitrubio”, entre otras, sin duda alguna, sus obras más representativas son: “La Gioconda” (mejor conocida como la Mona Lisa), que fue pintada al óleo y que se encuentra en el Museo de Louvre en París, y “La última cena”, obra que le encargó Ludovico el Moro, entre otros frescos; como sabemos, uno trascendería en la historia del arte y en el mundo de la pintura. El sitio oficial del Museo de Louvre es: https://www.louvre.fr/en/ donde se pueden hacer recorridos virtuales. También hay notas especiales de La Gioconda.
La Gioconda impresiona por el estudio de su fisonomía. La sonrisa y la profundidad de la obra han provocado un velo de misterio; se dice que en sus ojos se manifiesta más la sonrisa que en la propia boca. Tiene además un efecto de que, irónicamente, uno es contemplado por la mujer a la cual se contempla.
La sonrisa de la Mona Lisa y la obra en su totalidad, ha inspirado en muchos otros ámbitos del arte, no solo en la pintura, tanto para excavar en el misterio que dejó Leonardo Da Vinci, como para explorar su creación, en obras cinematográficas, literarias, etc.
La última cena y los dibujos preparatorios (no tan conocidos)
Eligió centrarse en el instante más controversial de la historia y vida de Jesucristo. Nos remite a la narración evangélica original; es el momento en el que Jesús les dice a sus discípulos que va a ser traicionado. Una vez más encontramos el interesante contraste entre ambiente y personajes pintados.
La Última Cena de Da Vinci Dibujos preparatorios de La Última Cena de Da Vinci
Se ha descubierto que Leonardo Da Vinci reflejó la psicología de los personajes en esta pintura donde están rodeados de un lugar equilibrado, en “La última cena”.
El caos que viven los discípulos se adivina por sus movimientos congelados y gestos dramáticos; todo ello fue muy bien estudiado por Leonardo, quien realizó dibujos preparatorios para “La última cena” y que muy poca gente conoce. Esta obra se encuentra en el Refectorio de Santa María delle Grazie en Milán.
