Fue dentro de la primera mitad del siglo XVI cuando el Renacimiento se extendió por toda Europa; Roma se había convertido en un centro atractivo para los artistas extranjeros. El lenguaje artístico del Renacimiento tuvo su auge con grandes figuras como Rafael. Quien patrocinaba la mayoría de las obras artísticas era el mismísimo pontífice, pero también luego los ricos y las familias principescas. Fue entonces cuando las obras sagradas se multiplicaron en las catedrales, ya que la Iglesia tenía la misión de instruir además de evangelizar con ello. Era la “maestra del pueblo”.
Rafael nació en Urbino, una pequeña localidad, en el año de 1483; dicho lugar resaltaba por su ambiente cultural que era elevado en Europa. Rafael pasó a ser el pintor tal vez más solicitado por su personalidad amable y la fascinación que ejercían sus creaciones. Dicen que sus cualidades humanas siempre estuvieron proyectadas en su arte; sus obras manifiestan un extraordinario equilibrio entre la belleza y la realidad y en la pureza de las formas. El gran artista pintó retratos llenos de matices, de colores y claroscuros, donde puede encontrarse una armonía de tonos cálidos muchas veces. Uno de sus cuadros más conocidos es “La Velata”, también conocida como la “La velada” o la La Dama Velada, que es un óleo sobre lienzo y que se encuentra en la Galería Palatina en Florencia.
La escuela de Atenas, de Rafael
Rafael trabajó para la corte de Julio II, personaje histórico que le encargó los frescos que se apreciarían en las estancias vaticanas. Parte de la ejecucción de algunas de estas obras la hicieron algunos de sus alumnos, como: Giovanni da Udine, G. Romano y G. F. Penni, entre otros. Hizo dicho trabajo entre los años 1509 y 1515; la obra de sus frescos puso de manifiesto la exaltación a la Iglesia católica y los dogmas de la fe dentro del marco Renacentista que, sobre todo, llevaba a una grandiosidad clásica.
“La escuela de Atenas” de Rafael fue pintada entre 1509 y 1511 y se trata de un fresco de casi ocho metros de altura que se encuentra en la estancia de la Signatura en el Palacio Vaticano. “La escuela de Atenas” enmarca a los grandes filósofos, casi héroes, del pensamiento antiguo que se encuentran bajo una arquitectura clásica del gran templo de la Filosofía; ahí están Sócrates (conversando a la izquierda con algunos de sus alumnos), Pitágoras, Platón y Aristóteles (al centro, arriba en una escalinata), Eráclito y Euclides (midiendo la geometría de una figura con su compás).
La expresión de su arte renacentista
Junto con Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, Rafael sería uno de los tres grandes modelos de inspiración para los siguientes jóvenes artistas y, en especial, para el estilo “manierista”. Aunque los tres fueron genios pintores, quien ha sido considerado el máximo representante del Renacimiento Clásico, fue justamente Rafael.
Agrupó en el espacio figuras en movimiento en un ambiente de perspectiva central que se admira totalmente Renacentista. Los personajes que pintó tienen en sus gestos identidad y carácter; entre los alumnos de “La Escuela de Atenas” hay algunos jóvenes que realmente tienen una belleza ideal y tienen una única composición espacial.
Su nombre completo fue Raffaello Sanzio, aunque todos lo ubicamos, simplemente, como Rafael, también se le conoce como Rafael de Urbino y, aunque el trabajo que más lo hizo famoso fue la pintura, este artista italiano también fue arquitecto en la época del Renacimiento italiano. Rafael murió repentinamente en Roma en 1520 a sus treinta y siete años, dejando a numerosos y jóvenes alumnos que siguieron siendo luego de su muerte, seguidores, y quienes lo verían como maestro.
Algunas exhibiciones importantes de su obra artística se han presentado en la Galería Nacional de Arte de Italia, el Museo de Louvre, entre muchos otros.